La mejor música para estudiar desde el punto de vista científico
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Mi amiga Emily no sabe hablar ruso para salvar su vida; sin embargo, el otro día recitó perfectamente una nana rusa que le enseñé durante 5 minutos hace unos 10 meses. Tengo toda una biblioteca de canciones infantiles y rimas infantiles rusas almacenadas en mi cerebro que mi abuela ha compartido conmigo durante muchos años. Se me da muy bien memorizar todas las letras en ruso de esas canciones, aunque todavía soy muy principiante en el idioma. Sin embargo, a veces, mi abuela habla de su vida en Rusia y le entra por un oído y le sale por el otro. Siempre me he preguntado por qué es así, que las canciones y las rimas pueden ser mucho más fáciles de recordar que la palabra hablada. Todos hemos oído alguna vez una canción pegadiza en la radio y hemos sido capaces de cantar la letra después de escucharla un puñado de veces. Me pregunté si había una base científica para este vínculo entre la música y la memoria. Y resulta que la hay.
La música nos ayuda a recordar mejor las cosas gracias a un proceso llamado “chunking”. La fragmentación se produce cuando tomamos piezas individuales de información y las agrupamos en unidades más grandes (es decir, “trozos”). Nuestra memoria a corto plazo sólo puede contener unas 7 unidades de información a la vez. Por eso, si metemos más material en cada unidad, agrupándola en trozos grandes, podemos almacenar más contenido en general.
Estudiar música
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Música para aprender
Sabemos que escuchar música nos hace sentir muy bien. No hay nada mejor que estar en la zona, o en el estado de ánimo adecuado, o que nos impulsa a correr, a hacer pesas o a hacer fluir más rápido nuestra creatividad. Lo mismo ocurre cuando se trata de la mejor música para estudiar.
Los investigadores de la Universidad Johns Hopkins han trabajado con intérpretes de jazz que improvisan dentro de una máquina de IRMf para ver qué zonas del cerebro se iluminan. Descubrieron que los músicos de jazz realizan improvisaciones únicas desactivando la inhibición y activando la creatividad.
Esto se suma a las investigaciones existentes que han descubierto que escuchar música reduce la ansiedad y la presión arterial, y mejora la calidad del sueño, el estado de ánimo y la memoria. Otros estudios también demuestran que la música activa las más diversas redes del cerebro humano.
“Si se quiere mantener el cerebro ocupado a lo largo del proceso de envejecimiento, escuchar o tocar música es una gran herramienta”, afirma un otorrinolaringólogo (especialista en medicina centrada en los oídos, la nariz y la garganta) del Johns Hopkins.
Las vibraciones que viajan por el aire llegan al canal auditivo y se transmiten en una señal eléctrica. Ésta viaja luego a través del nervio auditivo hasta el tronco cerebral, donde se recompone en lo que conocemos como música.
La mejor música para leer y estudiar
Es posible que hayas oído hablar del efecto Mozart: la idea de que escuchar a Mozart te hace “más inteligente”. Se basa en una investigación que descubrió que escuchar música clásica compleja, como la de Mozart, mejoraba las puntuaciones en los exámenes, lo que, según el investigador, se debía a la capacidad de la música para estimular partes de nuestra mente que desempeñan un papel en la capacidad matemática.
Una investigación llevada a cabo en la década de los 90 descubrió el “efecto Blur”, en el que los niños que escuchaban a la banda de britpop Blur parecían obtener mejores resultados en los exámenes. De hecho, los investigadores descubrieron que el efecto Blur era mayor que el efecto Mozart, simplemente porque los niños disfrutaban más de la música pop como Blur que de la música clásica.
Probablemente, la comprensión lectora disminuye cuando se escucha música con letra. La música también parece distraer más a las personas introvertidas que a las extrovertidas, quizá porque los introvertidos se sobreestimulan más fácilmente.
Descubrieron que el único momento en el que se producía una disminución real del rendimiento era cuando la gente escuchaba música rápida y fuerte (es decir, a la velocidad de Shake It Off de Taylor Swift, con el volumen de una aspiradora).