Música de Bach
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Aumentar el poder del cerebro
El efecto Mozart es la teoría de que escuchar la música de Mozart puede aumentar temporalmente las puntuaciones en una parte de un test de inteligencia. Las versiones científicas de esta teoría afirman que “escuchar a Mozart te hace más inteligente” o que la exposición a la música clásica en la primera infancia tiene un efecto beneficioso en el desarrollo mental[1].
El estudio original de 1993 informó de una mejora a corto plazo (que duraba unos 15 minutos) en el rendimiento de ciertos tipos de tareas mentales conocidas como razonamiento espacial,[2][3] como doblar papel y resolver laberintos[4].
Los resultados fueron muy exagerados por la prensa popular y se convirtieron en “Mozart te hace inteligente”,[1] que se decía que se aplicaba a los niños en particular (el estudio original incluía a 36 estudiantes universitarios)[1].
Frances Rauscher, Gordon Shaw y Catherine Ky (1993) investigaron el efecto de escuchar música de Mozart en el razonamiento espacial, y los resultados se publicaron en Nature. Los participantes en la investigación realizaron una de las tres pruebas estándar de razonamiento espacial abstracto después de haber experimentado cada una de las tres condiciones de escucha: la Sonata para dos pianos en re mayor, K. 448 de Mozart, instrucciones verbales de relajación y silencio. Encontraron una mejora temporal del razonamiento espacial, medida por las subtareas de razonamiento espacial del test de CI de Stanford-Binet. Rauscher et al. muestran que el efecto de mejora de la condición de la música es sólo temporal: ningún estudiante tuvo efectos que se extendieran más allá del período de 15 minutos en el que fueron evaluados. El estudio no hace ninguna declaración sobre un aumento del CI en general (porque no se midió el CI)[2].
Poder del cerebro
La música no es sólo un medio de entretenimiento: también puede fomentar la creatividad y ayudarnos a ser más productivos. Escuchar música también puede ser terapéutico, ya que alivia la sensación de estrés y permite concentrarse mejor.
La investigación ha descubierto que ciertos tipos de música pueden ser beneficiosos para nosotros mientras trabajamos. Algunos tipos de música parecen ayudar al aprendizaje y mejorar nuestra capacidad de procesar la información. Otros tipos ayudan a bloquear el ruido de fondo que nos distrae. Y otros tipos se sincronizan con nuestras ondas cerebrales para inducir “momentos eureka”.
Los investigadores llevan mucho tiempo afirmando que escuchar música clásica puede ayudar a las personas a realizar tareas con mayor eficacia. Esta teoría, que se ha bautizado como “el efecto Mozart”, sugiere que escuchar a compositores clásicos puede potenciar la actividad cerebral y actuar como catalizador para mejorar la salud y el bienestar. Varios estudios han confirmado que escuchar música clásica aumenta la capacidad de manipular formas y resolver puzzles espaciales.
Se ha demostrado que escuchar los sonidos de la naturaleza, como el batir de las olas o el murmullo de un arroyo, mejora la función cognitiva y la concentración. Los sonidos de la naturaleza funcionan mejor cuando son relajantes, como el agua que fluye o la lluvia, mientras que los ruidos más fuertes, como el canto de los pájaros o los ruidos de los animales, pueden distraer.
Efecto Mozart
Sabemos que escuchar música nos hace sentir bien. No hay nada mejor que estar en la zona, o en el estado de ánimo adecuado, o que nos impulsa a correr, a hacer pesas o a hacer fluir más rápido nuestra creatividad. Lo mismo ocurre cuando se trata de la mejor música para estudiar.
Los investigadores de la Universidad Johns Hopkins han trabajado con intérpretes de jazz que improvisan dentro de una máquina de IRMf para ver qué zonas del cerebro se iluminan. Descubrieron que los músicos de jazz realizan improvisaciones únicas desactivando la inhibición y activando la creatividad.
Esto se suma a las investigaciones existentes que han descubierto que escuchar música reduce la ansiedad y la presión arterial, y mejora la calidad del sueño, el estado de ánimo y la memoria. Otros estudios también demuestran que la música activa las más diversas redes del cerebro humano.
“Si se quiere mantener el cerebro ocupado a lo largo del proceso de envejecimiento, escuchar o tocar música es una gran herramienta”, afirma un otorrinolaringólogo (especialista en medicina centrada en los oídos, la nariz y la garganta) del Johns Hopkins.
Las vibraciones que viajan por el aire llegan al canal auditivo y se transmiten en una señal eléctrica. Ésta viaja luego a través del nervio auditivo hasta el tronco cerebral, donde se recompone en lo que conocemos como música.